SEXALESCENCIA

imagen 3“Es como una segunda adolescencia. Pero a diferencia de los chicos, ellos saben bien lo que quieren, disfrutan del tiempo libre, se divierten y ni piensan sentirse viejos. Es la hora de las asignaturas pendientes”
(Ana Roberts)
Tener 60 años no es fácil o al menos es lo que supongo, y no es fácil por muchos motivos, es una generación que no tiene en sus planes actuales el hecho de envejecer. Es un conjunto social novedoso parecido a la «adolescencia», que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo XX para intentar identificar a un grupo de niños, que no eran tan niños, en cuerpos de adultos que no son adultos, que no sabían hasta ese momento qué hacer, dónde ir o cómo vestirse.
Este nuevo grupo de personas que hoy tiene en torno a los sesenta, ha llevado una vida razonablemente buena, completa… Son mujeres y hombres independientes que trabajan desde siempre y que han conseguido cambiar el sombrío concepto de trabajo, es decir, trabajar para sentirse plenos y algunos incluso ni piensan en la jubilación.
Las personas con 60 años de hoy en día, sonríen a la vida y a sí mismos más a menudo de lo que uno puedo imaginar, por alguna extraña razón que sólo ellos saben o porque representa una segunda adolescencia, un horizonte nuevo ya que son muchos los sexalescentes que han conseguido más o menos, aceptar su condición, sus muchas nuevas posibilidades, también han aprendido de una manera nueva, la curiosidad, creatividad, voluntad y esperanza, entre otras virtudes y fortalezas, para usarlas sin miedo ni prejuicios. Lo que más interesante resulta es que, si bien muchos pudieron elegir qué tipo de vida llevar, están aquellos que a los 60 se dan cuenta de que están a tiempo de descubrir algo nuevo y muchos se atreven a cosas que jamás pensaron ser capaces…
El amor para los sexalescentes y la apariencia física no les preocupa de la misma forma que antes. Les gusta verse bien, claro y cuidarse, pero cultivan su propio estilo y conocen como nadie la psicología masculina/femenina ya que son “expertos/as” en el arte de la seducción ya que distinguen la importancia de una mirada especial o de una frase o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
“A los 60, el amor puede ser tan fuerte como en la juventud. Se tienen la misma ansiedad, nervios, miedos y vergüenzas. Se está frente a una primera vez, el primer encuentro entre esa mujer y ese hombre; pero las expectativas y los proyectos no son los mismos. La búsqueda ya no apunta tanto a la convivencia o a formar una familia. Se pretende compañía para compartir salidas, alegrías y tristezas, contar con alguien que escuche, que apoye y contenga. La razón y el enamoramiento se entrecruzan y se complementan, y las experiencias vividas, negativas o positivas, van a influir en las necesidades y expectativas de la búsqueda de una nueva pareja”
(Hilda Levy)
No sólo se atreven y se arriesgan a una segunda oportunidad en el amor, por ejemplo, sino que también destacan en cargos laborales importantes, que requieren madurez y experiencia, algo de lo que pueden presumir. Especialmente las mujeres sexalescentes, cuentan con otros muchos valores, propios de su edad, como la seguridad y la gran capacidad de lucha que poseen, ya que han tenido el camino más difícil que los hombres.
Las arrugas no denotan la edad que se tiene, en todo caso, lo que muestra la edad, es la actitud, la madurez mental, los temas de conversación, lo que muestra nuestro cuerpo a los demás y a nosotros mismos. Sonreír, saber escuchar, el sentido optimista, resiliente ante las adversidades, lo interesante de nuestras conversaciones y explicaciones de nuestras vivencias agregan sensualidad a nuestra imagen y hace que los demás disfruten de nuestra compañía y nos retroalimentemos de ese disfrute.
Se dice que los sexalescentes están aquí para demostrar que el placer, por suerte, no desaparece con el paso de los años, aunque los sentidos vayan perdiendo, poco a poco, sus capacidades o la piel vaya perdiendo, poco a poco, su elasticidad, son cosas que tienen que pasar pero no por ello, es malo que ocurra, en realidad, es todo lo contrario, es bueno que pase, porque eso significa que seguimos aquí, que seguimos vivos. Todo es, en definitiva, cuestión de actitud. Los sexalescentes saben por experiencia, que el optimismo protege el cuerpo y el alma. Y, por lo que se ve, les va bastante bien.

Teresa Cubero González

Psicóloga y alumna de prácticas del Master de Psicología Sanitaria

 

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