Alcohol y adolescencia. Un trago amargo para la sociedad.

Este post trata de informar sobre los efectos perjudiciales que tiene el consumo de alcohol en los/las adolescentes y también dar a conocer aquellos factores de riesgo, los cuales conllevan a la realización de esta práctica, y de protección, los cuales ayudan a prevenirla.

Prevalencia.

Según los datos recogidos en 2018 por Leal – López, Sánchez – Queijada, Rivera y Moreno (2019), los cuales forman parte de la investigación Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) en España, el 13,2% de la población española con edades comprendidas entre los 15 y 18 años consumían alcohol a diario o semanalmente. Además, dentro de esta población, el 19,8% afirmó que había llegado al estado de embriaguez al menos 4 veces a lo largo de su vida.

Si comparamos estos datos con otros años anteriores, se puede apreciar que este porcentaje ha disminuido, ya que, por ejemplo, en 2010 fue el 26,5% de jóvenes de 15 a 18 años quienes bebían alcohol a diario o semanalmente, mientras que el 26,9% habían llegado al estado de embriaguez al menos 4 veces durante su vida.

Aunque el índice de consumo de alcohol de los/las jóvenes haya bajado consideradamente en los últimos años, es importante prevenir esta práctica en ellos/as. Pues, el cerebro de los/las adolescentes se encuentran en un proceso de maduración y, por lo tanto, el efecto neurotóxico del alcohol tiene graves consecuencias en su salud física y psicológica, en su desarrollo cerebral y en su rendimiento académico. Además, el beber alcohol conlleva a mantener relaciones sexuales de riesgo, a realizar conductas delictivas, a provocar lesiones y accidentes y a desarrollar un trastorno por abuso de alcohol en la adultez (Thayer y cols., 2017; Waller, Murray, Shaw y Forbes, 2019).

Factores de riesgo.

Por un lado, el tener un nivel bajo de información sobre el alcohol y un mantenimiento de conductas positivas, basadas en el pensamiento de que el alcohol no conlleva graves efectos perjudiciales, facilita la diversión y las relaciones sociales, se relaciona con un mayor nivel de ingesta de alcohol por parte de el/la adolescente (Pons, Berjano y García, 1996). Por otro lado, la autoestima, las actitudes antisociales, la insatisfacción con el uso del tiempo libre, o la falta de habilidades para la toma de decisiones, así como un alto rasgo de extraversión y búsqueda de sensaciones también se relaciona con el consumo de alcohol u otras drogas (Saiz  y cols., 1999).

También se ha visto que aquellos/as adolescentes que tienen una menor cohesión o expresividad para comunicarse con las personas del entorno familiar suelen fomentar más conflictos con éstas y, además, tienden a consumir más cantidad de alcohol (Senra y Manzano, 2003).

Factores de protección.

Como características personales, el estudio de Álvarez y cols. (2004) muestra que el autocontrol, el manejo del enfado y la solución de problemas de los/as adolescentes son variables que reducen el hábito de consumir bebidas alcohólicas. Además, un nivel alto autoconcepto de los/as jóvenes y una valoración positiva del propio cuerpo y de la salud también amortiguan la práctica de consumir alcohol por parte de éstos/as (Sandoval, 2011).

Otra características que aminora el consumo de alcohol es la realización de actividades deportivas en grupo por parte de los/as jóvenes adolescentes, ya que aquellos/as que no practican ninguna actividad física tienden a consumir excesivamente alcohol que los que sí la realizan (Espejo y cols., 2017).

Conclusiones.

Dado que el consumo de alcohol en los/as adolescentes es bastante frecuente y, además, es perjudicial para su bienestar físico, psicológico y social, es necesario prevenir esta práctica y, para ello, es relevante potenciar los factores protectores del consumo y también disminuir el porcentaje de factores de riesgo. Pues, así se puede incrementar la posibilidad de que los/as jóvenes decidan no tomar alcohol o beber lo menos posible, conllevando así a mejorar su salud.

Referencias.

Espejo, T., Marínez, A., Chacón, R., Zurita, F., Castro, M. y Chacón, J. (2017). Consumo de alcohol y actividad física en adolescentes de entorno rural. Salud y drogas, 17(1), 97 – 105.

Fernández-Hermida, J. R. y Secades-Villa, R. (2004). Ética y prevención del consumo de drogas. Revista española de drogodependencias, 1 – 110.

Leal – López, E., Sánchez – Queijada, I., Rivera, F., y Moreno, C. (2019). Tendencias en el consumo de alcohol en adolescentes escolarizados en España (2010-2018). Gaceta, 1 – 7. https://doi.org/10.1016/j.gaceta.2019.07.011

Pons, J., Berjano, E. y García, F. (1996).Variables psicosociales que discriminan el consumo abusivo del alcohol en la adolescencia. Adicciones. Revista de Socidrogalcohol, 8(2), 177 – 191.

Sandoval, Y. (2011). Autoconcepto y factores de protección asociados al consumo de alcohol y tabaco en universitarios. Temática psicológica, 7(1), 41 – 51.

Saiz, P. A., González, M. P., Jiménez, L., Delgado, Y.,  Liboreiro, M.J., Granda, B. y Bobes, J. (1999). Consumo de alcohol, tabaco y otras drogas y rasgos de personalidad en jóvenes de enseñanza secundaria. Adicciones. Revista de Socidrogalcohol, 11(3), 209-220.

Senra, M. P. y Manzano, N. (2003). Atribuciones causales del abuso de alcohol en la adolescencia: pensamiento constructivo y clima social en la familia. Comunicación presentada al XI Congreso Nacional de Modelos de Investigación Educativa. Granada.

Thayer, R. E., YorkWilliams, S., Karoly, H. C., Sabbineni, A., Sabbiene, A., Ewing, S. F., Bryan, A. D., Hutchison, K. E. (2017). Structural neuroimaging correlates of alcohol and cannabis use in adolescents and adults. Addiction 112(12), 2144 – 2154.

Waller, R., Murray, L., Shaw, D. S. y Forbes, E. E. (2019). Accelerated alcohol use across adolescence predicts early adult symptoms of alcohol use disorder via reward-related neural function. Psychological medicine, 49(4), 675 – 684.

Autor: Pablo Fernández Cuenca.

Alumno de prácticas del Grado de Psicología de la Universidad de Jaén.

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